sábado, septiembre 05, 2009

Yo soy una chica X, como mi generación

Hace unas semanas me llegó, por tercera vez, un correo electrónico que al parecer está circulando con insistencia por internet: un mensaje destinado a lograr que los adultos treintones (casi cuarentones) de hoy no olvidemos que pertenecemos a “la mejor generación de todas”, la famosa generación X.
A mí, que soy una nostálgica sin remedio, me encantó la intención original del correo. Nací en 1970, justo en el inicio de la citada generación, y recordar aquello que viví en mi infancia y adolescencia, como pretendía el mencionado mensaje, me pareció agradable.
Sin embargo, apenas leía la primera parte del discurso contenido en la presentación en Power Point cuando me di cuenta que algo estaba mal, muy mal: Decía que la generación X había sido fan de Michael Jackson en su mejor etapa, y al mismo tiempo señalaba que a este grupo pertenecían los nacidos entre 1970 y 1985.
“¡¿Cómo?!”, me dije, “efectivamente, yo también sé que un icono de la generación X fue Michael Jackson; por lo tanto las personas que forman parte de este grupo necesariamente ya tenían que estar en este mundo y tener plena conciencia para cuando el cantante presentó al mundo el mayor de sus éxitos, el disco Thriller, que se lanzó a la venta en 1982.

“¿Pueden entonces decir que pertenecen a la generación X los que nacieron en 1985, en 1982 o incluso un par de años más atrás?
“Digo”, pensé, “qué bueno que la generación X al paso del tiempo acabó teniendo una personalidad propia, contra todo pronóstico, y que ahora esté de moda; pero no se vale que se cuelguen de ella así”.
Yo había tenido oportunidad de tener acercamientos a lo que se conoce como generación X a nivel teórico años atrás. Sin embargo, como no me gusta quedarme con la duda, decidí darme un chapuzón en la red para tener más información sobre este tema.
Según Wikipedia, el término generación X se emplea para referirse a personas nacidas en los años 70. Es decir, de 1970 a 1979. Los casi cuarentones de la actualidad, vaya.
Aun así, dice la enciclopedia virtual que se debaten en todo el mundo los límites temporales de esta generación, y hay quienes incluso ubican su nacimiento entre 1970 y 1981. De hecho agrega que los de la generación X vivieron su adolescencia en los años ochenta y principios de los noventa.
Sin embargo, en mi opinión, si tomamos en cuenta que la adolescencia comienza a los 12 años, los de la generación X son quienes nacieron entre 1970 y 1977, a lo sumo.
Los de los años posteriores son generación Y, que aunque suene a broma, también existe.
Sé que mi manera de delimitar quizá le caiga en el hígado a más de uno porque tengan recuerdos de su infancia escuchando a Michael Jackson, imitando a Madonna, peinándose como la hermana mayor con aquellos flecos imposibles que requerían litros y litros de fijador para el cabello o como el hermano mayor, con gran copete influido a su vez por la década del rock and roll. Pero nuevamente recalco, en mi opinión, los que pertenecen a la generación X tuvieron que ser adolescentes en los ochenta, de lo contrario, vivieron la época, pero nada más.

Para comprobarlo, decidí investigar más allá de delimitaciones temporales, ¿qué es lo que se considera como generación X?

LOS RASGOS A NIVEL TEÓRICO
En este sentido, Wikipedia dice que el término generación X se acuñó en Gran Bretaña para designar el tipo de conducta de quienes éramos jóvenes en los 80: se creía que éramos ateos, inclinados a romper pautas y costumbres y a mantener relaciones sexuales antes del matrimonio, irrespetuosos con nuestros padres y tendientes a anteponer a los amigos por sobre la familia. (Yo no era así, pero bueno)
Sin embargo (dice la enciclopedia), se considera que fue el escritor canadiense Douglas Coupland “quien popularizó este término en su obra de 1991 del mismo título:
Generación X. La sucesora de esta generación se conoce como la Generación Y.
Después, la enciclopedia virtual da otros datos interesantes:
“Esta generación se vio afectada por el bombardeo del consumismo de los
años 1980 y principios de los años 1990, la manipulación del sistema político, la llegada del internet, cambios históricos como la caída del muro de Berlín, el fin de la guerra fría, la aparición del SIDA entre muchos acontecimientos que crearon el perfil X.
“Sin expectativas, viven en una constante apatía, piensan en sus vidas pero a la vez no se manifiestan ante un futuro nada acogedor”.
Wikipedia agrega, sin embargo, que en España la “apática” generación X es la más preparada de la historia de ese país.
Pero he aquí la frase que a mí me parece más importante de este texto, la que de verdad es una característica de la generación X, al menos a decir de los de otras generaciones:
“(Los de la generación X) emplean casi todo su dinero en el ocio, dejando entrever, además, una cada vez más acusada inmadurez”.

LOS RASGOS SEGÚN YO, UNA MUJER DE LA GENERACIÓN X
Pero ¿cómo podría definir a esta generación alguien que creció en ella?
Los de la generación X somos hedonistas, antes que cualquier otra cosa. Amamos los placeres porque crecimos definidos por el consumismo y la falta de ideologías.
A diferencia de otras generaciones, a nosotros no nos tocó romper esquemas y enseñarles a los adultos que los adolescentes también existían (como hicieron las generaciones de los cincuenta y sesenta), ni luchar por imponer la igualdad de géneros o manifestarnos contra la guerra (como hizo la de los setenta).
Cuando nacimos, la guerrilla, el feminismo, los hippies, el rock and roll, las luchas a favor de la paz: todo estaba ahí o a punto de aparecer ante el mundo. Había poco que inventar a nivel ideológico, así que no hicimos esfuerzos en ese sentido.
En cambio, somos una generación geek como ninguna otra.
A nosotros nos tocó en la adolescencia la llegada de los primeros avances tecnológicos: Nuestros Ataris, computadoras de pantalla verde, videocaseteras Beta y VHS, gigantescos Walk-man y celulares tamaño ladrillo, son los antecedentes directos de los Nintendo, X-box y Playstation de hoy, las laptops, los DVD, los iPods y los celulares con todo tipo de accesorios.


Crecimos al tiempo que lo hicieron estas tecnologías, y por eso asimilamos con facilidad y disfrutamos de los nuevos avances hasta la fecha.
Mi mamá, por ejemplo, que creció en la década de los sesenta, acepta que le resulta casi imposible lidiar con la computadora y demás aparatos de la actualidad. Por supuesto, no es mi caso.
Somos cinéfilos y amantes de la televisión, probablemente más que cualquier otra generación, porque nos tocó crecer en medio de un boom de películas y programas hechos especialmente para niños y adolescentes: Volver al Futuro, Gremlins, Karate Kid, Cazafantasmas, Cuenta conmigo, Blanco y Negro, Alf (en México, Chiquilladas, Burbujas, el Tesoro del Saber), por citar sólo algunos ejemplos.
Se nos considera inmaduros, como bien dice Wikipedia, porque hoy por hoy nos reunimos para jugar videojuegos, somos los compradores número uno de gadgets, nos siguen gustando las caricaturas y una buena parte de nosotros le rehúye al compromiso de formar una familia (porque somos más conscientes de la responsabilidad que ello implica, hay que decirlo).
Sin embargo, no se dice que los que somos padres somos divertidos y juguetones como no lo fueron padres de generaciones anteriores, porque ya no tenemos deudas que compensar en nuestros hijos. Ya no hace falta que les digamos que nuestros padres eran severos y nos educaban bajo la premisa de que la letra con sangre entra. Frases como: “¡Yo hubiera querido que mi madre o mi padre hicieran esto por mí!” ya no caben en nuestro vocabulario. A nosotros nos tocaron padres “buena onda”, que nos educaron con libertad y cariño para evitar cometer los errores de sus antepasados, así que eso es lo que tratamos de reproducir en nuestros hijos.
Hoy por hoy estamos de moda. La música, las películas, las obsesiones de nuestros tiempos están de regreso, pero no porque seamos mejores, sino por la misma razón por la que la década de los sesenta estuvo tan presente en la década de los ochenta: muchos somos padres de los niños y adolescentes de hoy, y además somos una población económicamente activa.
Aún así, siempre hemos sido ampliamente criticados por nuestra aparente apatía, pero nadie nos puede negar que tuvimos personalidad propia en la juventud. Una personalidad fácilmente reconocible y que no se ha repetido en generaciones posteriores. Nuestra ropa, nuestra actitud, tan discutibles, tan extravagantes y quizá teñidas por el desencanto ante la falta de motivos por los cuales luchar, son únicas. Dejamos huella.
Yo me siento orgullosa de pertenecer a la generación X… ¿y tú?