jueves, septiembre 04, 2008

De patrioteros a patriotas

Hay diferencia entre ser patriota y ser patriotero.
Dice la Real Academia Española que patriota “es la persona que tiene amor a su patria y procura su bien.” En cambio, patriotero es quien “alardea excesiva e inoportunamente de patriotismo”.
Si nos ceñimos a este par de acepciones podemos ejemplificar al patriotero con aquellos mexicanitos que se pasan el año viendo cómo le ven la cara al vecino, no respetan reglas, no están dispuestos a aportar nada, les importa poco lo que pase con su país, y sin embargo, ya están preparando silbatos, sombreros y litros de tequila para celebrar la independencia nacional el próximo 15 de septiembre.
Patriota, en cambio, podrían ser personajes como Jesús Helguera y José Pablo Moncayo, que sin demasiado aspaviento, aportaron su granito de arena para que el nombre de México fuera pronunciado con admiración en muchas partes del mundo.
Curiosamente, Jesús Helguera, como casi todos los héroes de la Independencia mexicana, tenía sangre criolla. Hijo de padre español y madre mexicana, nació en Chihuahua en 1910.
Desde finales de los años treinta y hasta su muerte en 1971, trabajó como ilustrador exclusivo de Cigarrera La Moderna, empresa regiomontana que año con año lanzaba calendarios que se volvieron indispensables para la cultura popular de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta en México.
¿Quién que sea mexicano con más de 30 años no vio alguna de las espectaculares imágenes realizadas por don Jesús Helguera colgadas en la sala de la abuelita, la oficina del doctor, el taller mecánico o el local del carnicero?
Incluso hoy se pueden encontrar sus célebres calendarios en algunos de los puestos de periódicos diseminados por el Centro Histórico de la Ciudad de México para que los conozcan las nuevas generaciones.
Don Jesús Helguera inmortalizó leyendas e íconos de la cultura mexicana en imágenes de trazo exquisito que, sin embargo, fueron poco valoradas en su tiempo.
Él era admirador fiel de grandes muralistas mexicanos como David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, pero durante décadas su obra no fue reconocida como parte del legado artístico de México porque la hacía por encargo: la Cigarrera la Moderna entregaba año con año un guión en el que le especificaba tema, personajes a representar y elementos componentes de los cuadros que tenía que hacer y Helguera interpretaba las órdenes y les imponía su propio sello.
Su estilo, además, fue calificado como kitsch por las élites culturales del México de mediados del siglo XX.
No fue sino hasta 1980 que se le hizo justicia a su obra con una gran exposición en el Museo de Bellas Artes de la Ciudad de México, y desde entonces los óleos que dejó han sido admirados en distintos puntos del mundo.
Por su parte, José Pablo Moncayo vivió poco, apenas 46 años. Nació en 1912 y murió en 1958. Sin embargo, ese tiempo fue suficiente para que él dejara legados importantes para nuestro país, entre los cuales, sin duda, el más célebre es su pieza Huapango que sigue siendo estandarte de México en el mundo.
¿Qué mejor manera entonces de celebrar este Mes Patrio mexicano que exponiendo la obra de estos dos artistas que son verdaderos patriotas?
Les advierto que invitarlos a disfrutar de las imágenes de don Jesús Helguera escuchando de fondo el Huapango de Pablo Moncayo fue la intención inicial de este artículo, pero si se animan a emprender el viaje, prepárense a sentir que se les enchina la piel y les corren lágrimas de emoción… es casi inevitable.
Así sí, ¡Que viva México!

























* Elegí bajar la versión de Huapango dirigida por el venezolano Gustavo Dudamel, porque era la que mejor se escuchaba de las versiones ofrecidas en YouTube.

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