domingo, septiembre 21, 2008

Mi declive

Debo contarles que en mi agenda de textos para Zona Infinita seguía uno sobre los chilangos (dícese de los que viven en la Ciudad de México). Sin embargo, decidí dejar para más tarde este tema, no tanto por la impopularidad que he visto que tienen los asuntos mexicanistas en este espacio, como por el hecho de que con los sucesos recientes, creo que mis opiniones, siempre radicales, no harían sino contribuir a un ambiente ya de por sí enrarecido. No me interesa sumarme a la polémica.
Por ello, esta vez dejé que saliera mi chica Cosmo a relucir y opté por abordar un tema que no por frívolo deja de ser interesante.
Debo decirles que esta vez deliberadamente me negué a pasear por la red para investigar más profundamente sobre el tema, porque más que exponer una postura filosófica o hacer un texto que analice a profundidad las razones del fenómeno que voy a abordar, quise que hablara mi experiencia.
Por tanto, los invito a que lean este texto como lo que es, un simple desahogo personal y sujeto a todo tipo de comentarios.
Verán, cuando yo era una adolescente de 15 años, a mediados de la década de los 80, empecé a notar un curioso fenómeno. Hombres de mi edad, e incluso mayores, revoloteaban a mi alrededor con la intención de lograr mis favores (esto de “mis favores” es una frase sacada de las novelas costumbristas que tanto me gustan y que me prometí usar en alguna ocasión).
Califico el fenómeno como “curioso”, pues si bien yo me había dado de cuenta que mi cuerpo había dejado atrás el aspecto infantil y se había llenado de redondeces, no me parecía que mi imagen fuera especialmente atractiva: después de todo, usaba gafas; mi forma de vestir y mi cabello no tenían estilo (y eso es decir mucho cuando se habla de la moda de los ochenta) y era (soy) bajita de estatura (apenas 1.53 metros).
Tenía buen cuerpo de nacimiento, sí, pero nada que cualquier otra joven de mi edad no tuviera, entre otras cosas porque nunca he sido fanática del ejercicio. Incluso podría decir que me faltaban algunas de las cosas que más alababan mis amigos en las mujeres: piernas largas, cintura de menos de 60 centímetros y busto prominente.
Aún así, mi cantidad de pretendientes crecía mes con mes y mi teléfono no dejaba de repiquetear.
Cuando llegué a los 20, el fenómeno estaba en todo su apogeo. Entre otras razones porque yo había pulido mi imagen y me veía mucho más mujer. Una amiga cercana a la familia decía que mi lista de pretendientes era como la lista de un club masculino. Los tenía de todos los colores, estaturas, sabores y profesiones, y me podía dar el lujo de ser desalmada con ellos y lanzarlos lejos tan sólo por el gusto de hacerlo.
Pero además, mi atractivo también era notorio en la calle: hombres que me seguían y me piropeaban, algunos osados que me invitaban a salir sin conocerme y otros francamente groseros que se atrevían a darme nalgadas y recibían una bofetada o un puñetazo (dependiendo de mi humor) a cambio.
Cuando cumplí 22, los pretendientes dejaron de acosarme tan abiertamente cuando anuncié mi noviazgo con mi ahora esposo, aunque yo notaba que seguían por ahí, agazapados, y había algunos que dejaban conocer sus intenciones, a pesar de que sabían que no tenían posibilidades de recibir otra respuesta que no fuera un no rotundo.
A los 25, cuando me casé, bajó un poco más el acoso, pero no del todo, y lo mismo sucedió con el nacimiento de mis hijos, cuando llegué a los 26 y a los 30 años.
El caso es que cuando crucé el umbral de los treintas empecé a notar que el magnetismo que yo había tenido con los hombres empezaba a descender dramáticamente.
Ya no veía por ahí pretendientes que suspiraran por mí y prácticamente tampoco recibía piropos por la calle.
Al principio, no le di mayor importancia, porque hacía mucho que gustarle a otras personas que no fueran mi esposo había dejado de ser divertido.
Sin embargo, alrededor de los 35, al platicar con mis amigas sobre el magnetismo que había perdido, me di cuenta que lo que a mí me había sucedido nos era común a muchas mujeres: cruzando el umbral de los treinta automáticamente dejábamos de ser atractivas para la mayoría de los hombres.
Por otro lado, platicando con mi esposo y mis amigos, me di cuenta que para muchos hombres el proceso de gustarle a las mujeres se daba en forma inversa a lo que nos sucedía a nosotras: ellos en la adolescencia se la vivían suspirando por las mujeres de su edad o más grandes que los ignoraban tiro por viaje, interesadas por los hombres mayores; entre los 20 y los 30, se volvían más atractivos, sobre todo si tenían novia formal o exhibían en el dedo anular de la mano izquierda una flamante sortija de matrimonio, y de los 30 en adelante su magnetismo se volvía aún mayor, sobre todo con mujeres más jóvenes.
En este año, a mis 38, decidí bajar de peso y verme, si no como antes (porque sé que resulta imposible), al menos bien. Cuando llegué a mi peso, decidí también comprarme ropa un poco menos aseñorada. Sin embargo, la falta de magnetismo sigue ahí, intacta, y cuando un hombre voltea a verme por la calle, generalmente es porque viene distraído pensando en otra cosa o quiere preguntarme dónde está una calle.
Mi marido, en cambio, parece que trae un letrero de disponible en la camisa. Las mujeres, especialmente las jóvenes, lo miran con deseo de algo más, aun cuando yo vaya a su lado (o quizá porque voy a su lado y se dan cuenta que pueden ofrecer más que yo, no sé).
Y entiéndase, no es que a estas alturas pretenda ser un símbolo sexual (a pesar de que pienso que si Marilyn lo era a los 30 ¿por qué yo no?), sobre todo teniendo esposo e hijos desde hace 13 años, pero debo reconocer que saber que uno sigue teniendo magnetismo es una buena inyección para el autoestima.´
De cualquier manera, parece que el fenómeno es irreversible, así que hace días que decidí tener una actitud más positiva al respecto: resistiré estoicamente a todas esas jovencitas suculentas que aparecen cada tanto con la intención de coquetearle a mi marido, de la misma manera en que él resistió durante años a los hombres agazapados que pretendían dejarlo sin mujer, y mientras tanto me acostumbraré a disculpar mi falta de magnetismo pensando en todas las mujeres de mi edad que están pasando por lo mismo.
Porque eso sí, me resisto a hacer lo que muchas contemporáneas: pintarme el pelo de rubio platinado, maquillarme de manera exagerada o vestir ropas de adolescente en busca de la juventud perdida.
En una de esas, como por arte de magia, cruzando el umbral de los cuarenta me pasa el fenómeno “Desperate Housewives” y vuelvo a las andadas… Lo dudo, pero mientras tanto ¡Salud!

12 comentarios:

Olivier dijo...

Insisto en lo que ya habíamos hablado,Para mí, no has tenido ningún declive, al contrario, eres como los buenos vinos, je je. En cuanto a todas las demás mujeres, digamos que es una especie de justicia poética por todo lo que padecieron los que entonces fuimos adolescentes y sufriamos el desdén de las chavas de nuestra edad. Por otro lado, la gente va a creer que tu marido es una especie de galán, cuando está más cercano de parecer el dibujo que acompaña su comentario. (Es medio complicado hablar de uno en tercera persona). En fin, ¡salud pues! por ese segundo aire que nos viene. Aunque no hay tal, si consideramos que yo considero que no acabó el primero.

Carmeliuox Pera dijo...

ji,ji,ji.

Hola Tayde, desde que te conozco creo eres una mujer guapa, muy bien cuidada para haber tenidos dos bebés y me da gusto que te sigas preocupando por verte bien.

Pues la juventud es pasajera, pero la salud debe de ser siempre.

En cuanto al tema, mmm podríamos hacer un debate, pues los hombres son complicados y difícil de entender. ja,ja,ja.

Cuídate mucho y ojala te vea pronto.

NORKA dijo...

jaJaJa!!!

Ayer vì asi un poquito en tu face book sobre què era tu post y bueno vine a leerte, de verdad escribes como lo que eres todo una periodista infinita ...

Veras acà en Venezuela el fenòmeno es eso EL FENÒMENO yo he tratado de tomarmelo con soda y practicar aquello de la actitud eso mismo con actitud no hay adolescencia, senos operados, buenas caderas que valgan la actitud en una mujer con nuestra edad es un diamante olvidate valemos lo que pesamos en oro, aca se hacen cirugias en las lolas es moda!!! se meten hata 600 cc y eso parecen volar como que cargan dos globos en el pecho !!! y los hombres con el babero pero olvidate ellos finalmente buscan refugio y eso no lo tiene cualquier mujer ...

Me gusto tu post Sra interesante me hiciste reir porque yo hace poco casi le meto el pie a uno para que se fuera de boca!! iba con una letania detras de mi un dia que me tocò ir a pie al banco y suas!!! voltie y le dije mireeeeeeee Srrrrrrrrrrrrrr y bueno ahi te lo dejo jaja!!! piropossss...

Beso de choco venezolano

Taito dijo...

Ovivi: No mientas en cuanto a que te pareces al gordito de la tienda de cómics. Tú sabes, en el fondo, que ninguna de las palabras aquí expuestas es mentira. Pero te adoro, de todos modos, por decir que soy como los buenos vinos. Que tú me veas así es un avance enooooorme, papi. Te amo muchísimo.

Carmeliux querida: Qué bueno que me visitas, amiga. Mil gracias por tus palabras. Y en cuanto a los hombres... ufff... más difíciles de entender, imposible, y además a esta edad se ponen suertudos; da coraje, francamente. Un abrazote, amiga querida y sorry por la ausencia a la cita, pero se me fue la onda. Estamos en contacto ¿no?

Norkita linda: Qué bueno que te diste tiempo de pasar un ratito. Me encantó tu comentario y voy a emplear tu misma receta: una actitud que sustituya la falta de magnetismo. Eso sí, si me persigue un señor como el tuyo del banco, puñetazo seguro... jajajaja. Un abrazote, amiga querida.

Jesús Mtz dijo...

Salud brindo contigo, me pasa similiar a mi, a mis 22 años mi novia me lleva 6 años y tenemos una relación buena, le echamos todas las ganas entre los dos, y creeme que ella sabe que es la unica por quien tengo ojos y mi corazón es de ella, aparte me apoya con lo de mi hija, ha asimilado muy bien mi situación, sobre las edades creo que es psicologico, todos podemos ser jovenes por siempre, por lo de tu estatura valla que si estas bajita, yo apenas ando en los 1.74 y me siento chaparrito.
Un cordial saludo.
y echale ganas a tu matrimonio, en mi blog podras ver que escribo por amor y al amor de las personas que amo.

Carlos dijo...

...Tay, lo veo relativo.

Te cuento que soy un tipo al que le fascinan.las.mujeres pero no perdería la cabeza por una niña de 20 dejando a la interesante mujer de treintaitantos que me lleva de cabeza.

Tu percepción debe ser porque al estar identificando a los que no miran, NO se da cuenta uno del resto.

Además seño! con todo respeto a su mercé y permiso de Oliver, USTED ESTÁ RE-GIA!

P.D. Curioseaba por el espacio que le abriste a tu papi, qué pluma se manejaba el señor eh!

Lo heredado no se hurta ;)

Taito dijo...

Jesús: Mil gracias por tu visita y comentario. Ya me di una vuelta por tu espacio, muy mono, por cierto. Un abrazo.

Querido Carlos: Siempre eres una inyección y a mi autoestima y mi buen ánimo, amigo. Primero que nada, mil gracias por tu comentario sobre mí, por haberte dado la vuelta al rincón de mi papá y, por supuesto, por ser quién y como eres. Te prometo poner menos atención en los que no me ven. Un abrazo

el fantasma de la libertad dijo...

Ah, su artículo "Cosmo"... ;)

Verá, no me pareció tan frívolo como usted me advirtió, y creo que detrás de su descargo personal se esconde algo universal: la vanidad es parte constitutiva de la mujer, de manera innegable (y no es un defecto) y por supuesto que la sensación de desgaste de la capacidad de seducción casual tiene que ser un poco tremenda para cualquier mujer que siente que sus mejores días han quedado atrás.

No me gustó el momento que yo creo demagógico a nivel personal que se resume en esta frase: "Al principio, no le di mayor importancia, porque hacía mucho que gustarle a otras personas que no fueran mi esposo había dejado de ser divertido." - Creo que cuando ud dice eso está siendo demasiado conciente de que va a ser leída, porque una mujer que ha notado (y disfrutado) su capacidad de seducción SIEMPRE añora conservar eso mismo, y nunca deja de resultarle relevante, aún si otras cosas tienen más importancia inmediata.
Bueno, de hecho, eso es lo que le está pesando, y lo que ud ve que le pasa a su marido sólo aumenta su propia sensación de romántica derrota en manos de las niñas, las rubias y las operadas.

Aquí en la Argentina las mujeres de 30 están muy bien vistas, ni le digo las de 40. Yo mismo siempre he apreciado la belleza madura de las mujeres que han catapultado la belleza joven de los veinte hacia una suerte de seducción madura que, bien llevada, es infinitamente más elegante, muchas veces más femenina e interesante. Y ojo que no hablo de cultura ni sabiduría, sólo de atracción y seducción.

Sí concuerdo con que los hombres logran sus mejores performances luego de los 30, quizás porque las mujeres jóvenes ven una solvencia y masculinidad -que también seduce- y que escapa a un muchachito de 20, y ni hablar de lo que buscan las de edad más avanzada.

Esto no quiere decir que yo venga a proponer que los años embellecen. Una mujer joven, si es bella y seductora, tiene un arma poderosísima en sus manos y puedo lograr casi cualquier cosa. Esa misma mujer, 20 años después, jamás será quien fue a los ojos de mundo, pero es capaz de lograr seducir con gran magnetismo y sin tanta estupidez juvenil. Tal vez suceda como con los músicos de culto, aquellas grandes bandas o cantantes que de jóvenes fueron número uno en el mundo y un par de décadas después sus seguidores son mucho más acotados, aunque no lo cambiarían por ningún otro número uno del momento.

Saludos!

Taito dijo...

Mi querido amigo: Primero que nada, gracias por su presencia que siempre me da muchísimo gusto. En cuanto al comentario, no puedo decirle hasta qué punto me encantó. Me gustó la visión que tuvo de mi texto, el tema universal de la vanidad en la mujer. Entiendo lo que dice acerca de la demagogia y le concedo razón, y me encantó que haya entendido totalmente lo que aquí quise exponer, esta sensación de derrota romántica que es casi imposible de evitar. Pero lo que más me gustó fueron los dos párrafos finales. Quizá no es posible lograr, como dice usted, el magnetismo de las carnes jóvenes, pero me encantó lo del magnetismo sin tanta estupidez juvenil. Me llevo esa frase para cada vez que sienta que me da la depresión... Un abrazo cariñoso, mi querido amigo.

NORKA dijo...

QUÈ TAL LA ACTITUD Y LOS PENSAMIENTOS BONITOSSSSSSSSSSSS...

Besos de chocolate venezolano te pasaste con esas fotos de facebook estan CHIDASSSSSSSSSS es asi que se dice verdad !?

Recursos para tu blog - Ferip - dijo...

Tay,
te leía con una sonrisa de costadito... que se acentuaba mientras iba cerrando el texto.
Porque te entiendo.
Una complicidad tácita, diría.

Habría mucho que decir de los tiempos que vivimos y los modelos de belleza.
Lo que mueve el piso a un hombre... y a cada una, en particular.
Para mí, se me hace más importante lo interno.
Y te aseguro que a medida que pasa el tiempo me siento mejor que en mis años jóvenes (más jóvenes..ja!). Me gusto más, me entiendo y disfruto, y eso se transmite también...
En fin, sería para contarte...

Yo te veo preciosa, como dice Carlos...RE-Gia...reina!
Salud!!!!

Buen fin de semana!

Taito dijo...

Norkita querida: ¿Viste que cambié la foto de perfil en tu honor, amiga? Qué bueno que te pareció chido (sí, sí, así se dice) Te mando un abrazo enooooorme.

Feri linda, te agradezco la presencia y las bellas palabras. Yo sé que es más importante lo interno, pero ya sabes, a veces da el bajón... es cosa de platicarlo, como dices. Recibe un abrazo lleno de cariño.