miércoles, noviembre 05, 2008

Al día siguiente de la tragedia


Y entonces lo de siempre… la gente de a pie, la civil, la que no tiene el escaparate público y cuyo único mérito es trabajar todos los días y aportar su silencioso granito de arena al avance de este país, al morir en un accidente se vuelve para los medios una cifra, una persona sin nombre, pasado ni presente. Alguien por quien sólo habrán de preocuparse los que son de su círculo cercano y que, por lo tanto, no merece la atención de la gran audiencia.
En cambio aquel que murió ostentando un cargo público, sobre todo si es político de altos vuelos, se convierte al morir en un santo del que se habla una y otra vez para que el público entienda su estatura de héroe. No importa que en vida haya sido un villano; sus errores se borran de inmediato y se le maquilla para convertirlo en un hombre sin tacha, "un mexicano ejemplar", a quien le fue arrancada la vida cuando su futuro parecía más brillante.
Ayer cayó una avioneta de la Secretaría de Gobernación mexicana en pleno corazón del Distrito Federal.
Era las siete de la noche, la hora de salida para muchos trabajadores, y por lo tanto una de las de mayor tráfico de automóviles en la ciudad.
Pero además, la tragedia ocurrió en un punto neurálgico, en el que convergen distintas calles y avenidas importantes, como Paseo de la Reforma y Periférico.
En un primer momento, los noticieros dieron cuenta del accidente como lo que fue, la caída de un avión en circunstancias aún no determinadas, que había cobrado la vida de todos sus tripulantes y había matado y herido a mucha gente que transitaba en esos momentos por la calle.
Pero una hora después del accidente salió a la luz que no se trataba de una avioneta cualquiera de pasajeros, sino de una nave oficial del gobierno mexicano, en la que viajaba nada menos que Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación.
Los medios se enfocaron entonces en “lo importante“: la muerte del político, al que convirtieron de inmediato en un prohombre, un héroe intachable, cuya figura quedará grabada con letras de oro en la historia mexicana.
Qué importa que Mouriño fuera uno de los principales artífices del fraude en las elecciones de 2006, el cual llevó a Felipe Calderón a adueñarse de una presidencia que no ganó por el voto popular. Qué importa también que apenas hace unos días se estuvieran exigiendo explicaciones sobre el lavado de dinero perpetrado presuntamente por el padre de este político.
Nada importa cuando se trata de hacer un circo de una tragedia y de apoyar con ello al sistema actual de gobierno.
Por supuesto, ante semejante noticia, cómo podía ser digno de resaltar que aparte de Mouriño hubieran muerto al menos otras siete personas que también tenían nombre y apellido. Qué interés podía tener que hubiera una cifra preeliminar de 40 heridos que habían sido llevados a distintos hospitales de la ciudad, algunos en estado grave. Qué caso tenía investigar o no si muchos de los afectados tenían mejores méritos como personas que el político.
Se dieron datos de los muertos y heridos sin nombre, sí, pero sin detenerse demasiado o concederle mucha importancia. Al fin y al cabo, ¿quién podía ser más importante que un político de ese calibre?
El poder todo lo opaca y todo lo envilece.
Yo escuchaba con particular atención las noticias porque el escenario de la tragedia es un lugar por el que transita mi esposo todos los días. Para mi fortuna y la de mi familia, el accidente ocurrió unos minutos antes del horario en que él acostumbra pasar por ahí.
Pero, quizá por ello, no pude evitar sentirme conmovida al pensar en el padre de familia que hoy por la mañana salió de su casa y se despidió de su esposa, sin saber que nunca más iba a volver, o en la joven de belleza única que ahora está en el hospital con la cara desfigurada por las quemaduras y un futuro incierto, o en los padres que quizá aún esperan la llamada de su hijo, sin saber que quedó calcinado bajo los escombros de una avioneta.
No, no quiere decir que la muerte de Mouriño me parezca poco importante. Finalmente la muerte de un ser humano siempre merece respeto por más en contra que uno esté de sus ideas y sus actos.
Pero si hoy me cuelgo el listón negro de luto, no será por él, de quien tanto se encargan ya los medios, sino por todos aquellos que también sufrieron en carne propia esta tragedia y que sólo se convirtieron en una cifra más que se irá desdibujando con el tiempo.
Para ellos, y sólo para ellos, un minuto de silencio.

4 comentarios:

Carmeliuox Pera dijo...

Hola Tayde.

El día de ayer minutos antes de la tragedia, pase por ese lugar y estaba muy concurrido, como lo está todos los martes a esa hora.
Mucha gente camina por el lugar pues el transporte público no se da abasto y hay quienes prefieren caminar al metro.
Mi primera impresión cuando escuche la tragedia fue pensar en mis compañeros de trabajo que pasan por la zona a esa hora, pero también vino a mi mente las personas que vende comida en ese lugar, pues ellos siempre se encuentran en ese allí, recorriendo sus cosas después de un día de trabajo.
Y si es molesto saber que sus vidas pasan a un segundo plano porque un político iba en la nave.
Comparto tu sentir y apoyo el minuto de silencio.

Taito dijo...

Mi querida Carmeliux: Me da mucho gusto saber que estás bien a pesar de que aquella es tu zona. ¿Tus compañeros salieron ilesos? ¿sabes algo de los vendedores que mencionan? Qué triste, amiga, que no se esté dando suficiente atención a estas personas. Para ellas nada, para el político, ceremonia luctuosa. Sea pues. Un abrazo

Carmeliuox Pera dijo...

Hola Tayde.
El día de hoy pase por allí, pero no se ve nada, mis compañeros solo dos de ellos iban por el lugar en el momento de la tragedia, pero ya a unos metros más adelante y gracia a Dios no les paso nada más que el susto.

De los comerciantes no se sabe nada, solo se ven los puestos quemados pero nada, además colocaron unas mantas que no permiten ver mucho.
Trate de averiguar con amigos que trabajan en la zona sobre los comerciantes, pero dicen con las movilizaciones del personal de emergencia, medios y seguridad no se puede saber mucho de las personas ajenas al gobierno.

NORKA dijo...

... es verdad y es verdad y no puedo afirmar lo contrario pero mi Tay no olvides que hoy y siempre ha sido y serà asì, el ciudadano de a pie pasa a un segundo plano, obviamente como seres humanos que somos merecemos el trato justo y el cumplimiento de cada uno de nuestros derechos humanos.

Dolorosa tragedia y màs si pasa en estos dìas pre navideños, en estos dias en que ese tipo de accidentes no deberìan ocurrir puesto que hay màs gente capacitada para los mantenimientos de estas naves y pilotos de altura... Dios y en pleno centro...

Un beso en silencio